En esta ocasión (año 2023) y en conmemoración de los 50 años de la realización de la película largometraje «El Espíritu de la Colmena» (1973) del director Víctor Erice, tengo el placer de compartir con todos y todas vosotras el fragmento del libro inédito «Filosofía y cine. En busca de la felicidad» (2014), del autor Benjamín Santos Sáez que contiene el análisis de este memorable film, de especial transcendencia en la cinematografía mundial y del cine español.
A su vez comparto con todos vosotros las 2 partes «El Espíritu de la Colmena 1 y El Espíritu de la Colmena 2» que contienen dicho análisis en forma de audiolibro y las fotografías de las localizaciones realizadas en 2014, 40 años después de la realización de la película aproximadamente. Tomadas en el pueblo de Hoyuelos (Segovia), localización de la película.
Deseo les guste. Un abrazo y un cordial saludo. Gracias.
Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014
Parte 4. Libro inédito «En busca de la felicidad». Análisis de la película «El Espíritu de la Colmena 1» (1973) del director de Víctor Erice
Parte 5. Libro inédito «En busca de la felicidad». Análisis de la película «El Espíritu de la Colmena 2» (1973) del director de Víctor Erice
Fragmento del libro inédito «Filosofía y cine. En busca de la felicidad» de Benjamín Santos (Celemín) acerca de la película «El Espíritu de la colmena» (1973): (páginas 17-18)
Pero, ¿Qué es lo que hace «intemporal» a esta obra maestra del cine español?.
Quizás las obras maestras no son de ninguna manera intemporales por sí mismas, y por tanto, tampoco lo es de esta manera El Espíritu de la Colmena, pues para que esta película se haya convertido en un hecho materializado en intemporal ha necesitado del apoyo del inconsciente colectivo, sin el cual la obra se vería desprovista del mágico poder de sugestión y significados que le otorgan esta característica. La importancia de esta obra maestra podría estar relacionada con su forma estética, tanto en su argumento y guión definitivo como en su aportación plástica, auditiva y visual. Se trataría de una pintura del tiempo, que ha cometido el delito de introducirse en el interior de toda aquella persona que la ha sabido valorar o tiene conocimiento de ella; de la obra y su contenido. Y para tal cuestión es necesaria la identificación o empatía con sus personajes y con la idea del encuentro a lo largo del film.
La estética poética de El Espíritu de la Colmena, no puede limitarse a aspectos compositivos o formales de la imagen, fotográficos, visuales, o auditivos, etc, elementos que son sumativos al carácter total de la obra, pues la obra debe ser valorada en su conjunto, aunque el conjunto sea la suma de todas sus partes, que no podemos evadir, y en cuyo caso el orden de los factores no afecta a la suma, pero sí el tratamiento y omisión de los factores propios de este lenguaje elíptico que sí afectan al significado, y por tanto también a su estética. De hecho, los significados comunicados e interpretados por el espectador influirán en la percepción y apreciación de la belleza del film.
La componente formal o sintáctica, la destreza en su manipulación artesanal, aporta una cierta semántica, que evoca un resultado pragmático o función social.
La sintáctica de El espíritu de la colmena, responde a ciertos factores casuales y causales que hemos descrito anteriormente, entre los que están implicados el buen hacer y el azar, la supervivencia y el instinto con el objetivo de la realización última del film. El consciente, la razón, y el inconsciente.
La semántica comunicada por la forma, las palabras o diálogos, la Kinesia o los gestos, las acciones, la imagen en sí misma, de los escenarios o localizaciones, de los momentos cinematográficos, del encuentro y sus omisiones, el fuera de campo, la elipsis o el no vacío, conforman una progresiva variedad de interpretaciones tendente al no fin o infinito de posibilidades, sin acotación precisa de significados.
Esta acotación imprecisa de significados es la que de forma pragmática convierte a la obra en intemporal. La belleza de esta imprecisión hace que la estética del film más allá de forma visual y auditiva, no esté definida claramente y que el observador pueda participar en la construcción de estos significados que abordan una vertiente histórica y psicológica de la sociedad y del individuo, y que incluso ideológicamente se comunique sin transmitir un posicionamiento claro. Que se retraten unos hechos y acciones, que a su vez se manifiestan libres y puros, que en su forma hacen que el espectador se sitúe de una forma inconcreta y confusa, incitando a la reflexión crítica y libre. Su forma es incapaz de herir cualquier sensibilidad, pues cualquier acción u hecho reflejo de la cruda realidad es evadido con una comunicación sutil, que suprime lo grotesco y rudo que pudieran mostrar ciertas imágenes si se mostrasen explícitas.
El umbral con lo siniestro está presente. Las lindes están claras, y allí la belleza siempre está presente, pues no se atraviesa esa frontera, salvo en su insinuación. La película nos permite a todos los espectadores volver a ser niños, y evadir cualquier atisbo de tristeza de una realidad no inocente, de crueldad, o ventana a la muerte, para permanecer en un cuento, que es la propia historia del relato fílmico, la concreción o reflejo una sociedad concreta, de la imaginación y el descubrimiento del mundo por parte de una niña, que es o podría ser cada uno de nosotros.
La mirada de Ana, hacia el mundo que le rodea, su vulnerabilidad y autenticidad, fragilidad y pureza de espíritu, aparte de descubrir los artificios creados por un mundo adulto, permanecerá intacta a lo largo de toda la película. Y así también, permanece el sueño de todo observador al conservar la ilusión de la niñez (su niñez perdida) en el transcurso del film, sin despertar al mundo de los adultos, de su realidad, y de cierto estado de conciencia comúnmente aceptado, de la razón, y de la cotidianidad.
Este punto de vista empático hacia Ana, de todo observador, que vivo, evoluciona en el descubrimiento del entorno hasta abandonar la ingenuidad y desconocimiento implícito en la niñez y la juventud, que nuestro personaje aún conserva, es el que hace que esta obra sea intemporal y transcienda al tiempo. De hecho, el espectador regresa de algún modo a su niñez, y a contemplar de manera nostálgica la felicidad de ese estado vivido y abandonado en su pasado y en sus recuerdos. ¿Qué adulto no querría volver a ser un niño?.
Lo natural, lo primario, lo no condicionado por la educación en el contexto social, se enfrenta en esta película al mundo del artificio, de lo creado por la mano del hombre, al mundo de la máquina, a la modernidad, y como hemos dicho anteriormente a la razón. ¿O más bien convención social?. La belleza permanece de hecho, porque El espíritu de la colmena, es un buen trabajo de investigación sobre el umbral de ella misma, y la realidad contemplada nos muestra su esencia, pues las fronteras de lo bello no se atraviesan, sino que permanecen latentes, dejando entrever sus peligros, así como los errores del inconsciente colectivo del ya pasado, o el retrato de la sociedad alcanzada por hechos ya consumados.
En el año 2014, el autor Benji Santos Celemín escribió el libro inédito: «Filosofía y cine. En busca de la Felicidad. Causalidad y casualidad en lo encontrado en el cine. Análisis de la belleza y estética de estos momentos cinematográficos».
El manuscrito que consta de aproximadamente 184 páginas fue registrado en sus derechos de autor con la calificación de favorable por su originalidad (origen del autor). El manuscrito se mantiene inédito aunque fue también calificado con Matrícula de Honor en un postgrado universitario en cine, aunque el autor siempre ha querido mejorarlo. Actualmente este manuscrito se mantendrá inédito así como otros manuscritos con conocimientos del autor. El título fue recomendado revisarlo y cambiarlo como «La búsqueda del fuego» en vez de «En busca de la Felicidad» por autores de obras literarias.
En la contraportada del libro podemos encontrar el siguiente manuscrito:
«En busca de la Felicidad» narra el apasionante viaje de los personajes y su encuentro en el interesante mundo cinematográfico, así como las posibilidades interpretativas del espectador. Se trata de un libro de lectura amena con el que podrás aprender los aspectos básicos del proceso creativo de cualquier audiovisual, indagar en planteamientos de la estética y belleza de diferentes películas y conocer aspectos básicos de la historia del cine.
El texto plantea una introducción de un nuevo modelo de análisis que te ayudará a construir los personajes de tus guiones, de forma que sus acciones y diálogos tengan mayor coherencia en el conjunto de la materialización de tus proyectos cinematográficos.
Hoy, cada vez más, resulta imprescindible saber decodificar los códigos que encontramos en las películas y contenidos audiovisuales que vemos. En este libro encontrarás las claves para poder disfrutar del cine, a la vez que aprendes con las grandes ficciones y realidades del mundo que nos rodea.
En esta ocasión me gustaría compartir con todos vosotros y en favor de la comunidad la introducción original del libro que se describe anteriormente.
Introducción del libro: (Páginas de la 4 a la 8) (Autor: Benjamín Santos Sáez, España. 2014)
¿Quién no ha encontrado algo alguna vez? ¿Quién no se ha reencontrado con alguien que hacía tiempo no veía?. ¿Cuánta ha sido nuestra sorpresa al ser incrédulos ante unos encuentros casuales que han desembocado en una experiencia hermosa?. Y, ¿Cuántas veces anhelamos el encuentro ante la búsqueda de aquello que pensamos nos haría felices?. ¿Cuánto de mágico tiene el momento del encuentro?. Quizás incuantificable y subjetivo, dependiente de la conciencia o interés de cada individuo.
Hace unos días, yo también encontré por casualidad una pequeña figura del personaje de ficción «Batman». La figura estaba tirada en el suelo al borde de la acera, apenas se distinguía de qué se trataba, pues estaba anocheciendo, pero me acerqué y observé con detalle, pues a lo lejos parecía un trozo de plástico indefinido, y concreté que se trataba de una figura comercial de este personaje famoso en el cómic y en el cine. Recordé los diferentes fragmentos que quedan en mi memoria de las películas de Batman y que en su regreso al cine había encarnado a un personaje más frágil, y más humanizado alejado de la idea de la inmortalidad. Sus brazos estaban rotos. Y reflexioné acerca de cómo se recogen las cosas encontradas.
A partir de ese momento tenía claro que mi trabajo versaría acerca del hecho del encuentro y dejé que la casualidad fuera construyendo, enlazada al hecho de que llevaba días buscando ideas y temas a tratar sin estar plenamente convencido de dedicar mi estudio a ninguno de ellos. Buscaba pero no encontraba.
Después de muchas dilucidaciones llegué a una conclusión llena de motivación para mi, y es que las películas, así como otros documentos audiovisuales están llenos de momentos de encuentros, encuentros a veces causales y otros fruto de la mera casualidad. Encuentros a veces nostálgicos, a veces importantes y capaces de cambiar un destino, a veces desapercibidos y desaprovechados, capaces de convencernos o de cambiar nuestra forma de pensar. Otras veces encuentros improbables y totalmente inesperados. Reencuentros. («Un carnet de bal» (1937), de Julien Duvivier), («Mi noche con Maud» (1969), de Eric Rohmer). En las menos ocasiones desencuentros. Encuentros que de una forma u otra dependen de quiénes los vivan y sus circunstancias, y la capacidad de valorarlos, para hacer que ese hecho tome la importancia debida. Encuentros que nunca llegan.
Podríamos plantearnos infinitas posibilidades de encuentros, encuentros con objetos, con elementos, con ideas, con personas, con animales, con hechos…, descubrimientos, encuentros con el pasado («Ciudadano Kane» (1941), de Orson Welles), o con el presente y futuro, encuentros con la dura realidad, o con la increíble ficción.
Es en el cine donde la magia del encuentro se puede multiplicar de forma progresiva, pues la capacidad de encontrar es tan abstracta que podríamos traspasar las fronteras de la realidad encontrándonos con seres de otros mundos; («La guerra de los mundos» (1953), de Byron Haskin), de realidades paralelas e incluso con nosotros mismos, donde la imaginación y la capacidad de soñar y el arte de ensoñar podría acrecentar aún más las posibilidades de estos encuentros por estudiar.
La imagen del encuentro podría tener una plasticidad única y sublime en el intrincado lenguaje audiovisual. Cada director o artista se enfrenta a dominar el lenguaje de la representación con el objeto de comunicar a través de la sencillez o su antagonista grandiosidad («Lola Montes», (1955), de Max Ophüls). Figuras contradictorias en el grandioso universo del destino, pues a veces las pequeñas cosas podrían tener latente un universo enriquecedor que depende de los ojos de quien sepa ver. Sin dejar de lado el color gris intermedio del que no podemos prescindir.
El proceso de producción de una película implica que el lenguaje de su representación plástica no dependa de una sola persona, sino que todos sabemos que detrás de una película por modesta que sea se esconde un gran esfuerzo y la colaboración de múltiples personas provenientes de varias disciplinas artísticas y la aplicación de profundos conocimientos y actualización tecnológica.
Cada momento de la película debe estar minuciosamente medido («El Verdugo» (1963), de Luis García Berlanga), para que el espectador de todo tipo quede atraído por este, aunque son muchas las soluciones plásticas y de forma que se pueden dar a un mismo guión literario en caso de que este exista. Dentro del campo de la investigación plástica, en el género documental y cada vez más en el género de ficción se da pie a la improvisación ciñéndonos únicamente a un argumento o ideas iniciales, respetando una estructura que podría ser variada en el proceso de montaje (ciertas producciones del director portugués Pedro Costa y otros autores singulares o incluso desconocidos) . Cuestión que todos sabemos se aleja al proceso de producción de un producto perteneciente al arquetipo de género como herramienta para el éxito de las producciones cinematográficas de lo llamado industria. («La fiera de mi niña» (1938), de Howard Hawks).
El tiempo cinematográfico es medido por la percepción del artista, y las decisiones técnicas responden a gustos, de hecho nada está escrito hoy en el cine y son muchos los ejemplos de corrientes o movimientos que han dejado huella en la historia del cine creciente, y líquida tal como se entiende hoy en día por autores y estudiosos como Joan Fontcuberta i Villá, de los cuales extrapolo conceptos de la fotografía evanescente.
El truco depende del autor o autores, y de su habilidad para no desvelar el gran secreto de la mentira que es cualquier imagen, pues desde su concepción en el mero registro es una selección de la realidad que observamos.
Las medidas al igual que un costurero toma las medidas a su modelo, deben ser bien tomadas para que sienten bien, de tal manera que cualquier mujer u hombre se sienta cómodo vistiendo la prenda en cuestión. Así cada autor tendrá siempre sus admiradores, que estarán gustosos de ver sus próximas producciones.
Son esos momentos, los del encuentro, los que consideramos, deben tener aún más, una sensibilidad especial en su concepción, atendiendo a dos direcciones esenciales, la de los ojos que miran (público u espectador), y la del personaje que está dentro de la historia. Con respecto al observador deberíamos destacar:
1) El encuentro inicial del espectador con los protagonistas del relato, que puede marcar que este entienda y empatice con el personaje desde un primer momento, y que otras vayamos descubriendo y conociendo a los personajes en el transcurso de la narración fílmica y nos situemos empáticamente ante él. 2) El encuentro con cuestiones narrativas esenciales del guión final que nos sorprenden y nos desvelan parte de la trama que vamos descubriendo. 3) El encuentro con la resolución final del relato fílmico, que puede incitar o no a la reflexión dependiendo de diversas variables del espectador y de lo acontecido. 4) El encuentro con la/s solución/es plásticas diversas materializadas en el transcurso de la línea de tiempo. ( Secuencias oníricas de la película «Recuerda» (Spellbound, 1945), de Alfred Hitchcock).
Y con respecto al personaje de la película (en caso de que exista): 1) El encuentro con lo sucedido en el transcurso de la narración fílmica. 2) El encuentro con objetos o elementos de diverso tipo. 3) El encuentro con otros personajes o animales. 4) El encuentro del personaje consigo mismo.
La idea del encuentro está presente en todas las películas, pues hasta en el film más inverosímil y artístico, como pueden ser las imágenes o piezas de autores como Norman McLaren (Spheres, 1969), o Viking Eggeling (Shimphonie Diagonal, 1924), nos remiten al encuentro con una solución plástica que nos evoca unas sensaciones y sentimientos.
Spheres de Norman McLaren, 1969
Ante todos los encuentros que presenciamos, dirigidos en las dos líneas de análisis, podemos percibir la causalidad y en su defecto la casualidad, o quizás una mezcolanza de los dos conceptos.
Como contemplamos, son cientos los ejemplos posibles, y nos planteamos si es posible la historia en el que el personaje no tenga contacto con la idea del encuentro o permanezca distante de ella.
En la película «En busca del Fuego» (1981), de Jean Jacques Annaud, los personajes, humanos primitivos del Paleolítico Superior, encuentran constantemente cosas, como palos o piedras, o elementos, que les sirven para defenderse o como ayuda para conseguir alimento. El descubrimiento del fuego durante el film es un hecho esencial que da nombre al mismo, y despierta en estos seres el instinto de protección ante lo desconocido, suscitando a su vez curiosidad ante el encuentro, contemplación ante su belleza, su fuerza, su color, y peligrosidad de la que poco a poco estos hombres van siendo conscientes.
El argumento de «El Chico» (1921), de Charles Chaplin ronda acerca de la idea principal de que Charlot encuentra a un niño abandonado en una cesta con una nota de su madre. Similar anécdota podemos contemplar en la película japonesa de animación «Tokio Godfathers» (2003), de Satoshi Kon, en la que tres vagabundos, entre los que están una fugitiva, un alcohólico y una transexual y antigua drag queen, encuentran a un niño abandonado, siendo esta idea materializada de diferente forma plástica, la que da vida y sobre la que se circunscribe el relato.
En «El Crepúsculo de los Dioses» (1950) de Billy Wilder, un guionista se refugia casualmente en una mansión, propiedad de la olvidada actriz Norma Desmond, lo que desenvuelve una serie de acontecimientos que hacen el intento de que esta intente reavivar su pasado como estrella de la pantalla.
Tráiler de «El Crespúsculo de los Dioses»
Podemos encontrarnos con encuentros más cercanos geográficamente como el de «Un Millón en la Basura» (1967), de José María Forqué, en el que Pepe, un humilde barrendero y padre de familia encuentra un maletín que contiene en su interior un millón de pesetas. Argumento que despierta en el espectador la empatía con los personajes que se cuestionan toda una reflexión ética acerca de devolver ese dinero a las autoridades para encontrar a su dueño, o quedarse con él para poder sobrevivir a las penurias económicas.
También, en la comedia más conocida de la actriz Lina Morgan, «La Tonta del Bote» (1970), de Juan de Orduña, la protagonista Susana, busca, encuentra, y recoge colillas del suelo, para guardarlas en una lata y así ayudar a su amigo ciego.
Momento musical de la película «La tonta del bote» con Lina Morgan
Momentos enternecedores que forman parte del inconsciente colectivo, y que son un momento curioso y bello de la película, que incita a la reflexión, da a conocer características del personaje y su psicología, y supone una variable característica destacada en la banda sonora del film, obra de Alfonso Sáinz. El recuerdo de este hecho permanece en el recuerdo del espectador pasado el tiempo.
En «Arrebato» (1980), de Iván Zulueta, José recibe un misterioso paquete. «El ladrón de bicicletas» (1948), de Vittorio de Sica, es otro claro ejemplo. En este caso, el objeto «del deseo» (bicicleta), es encontrado por el ladrón apoyado en un muro, quien observa sigilosamente hasta que encuentra el momento idóneo de arramplar con él. Al mismo tiempo, su dueño trabaja pegando carteles justo al lado, percatándose y no pudiendo alcanzar al artífice del robo. Como hemos comentado, son muchas las películas que podrían ser objeto de estudio en el encuentro causal o casual. Ambos momentos pueden contener sublime belleza. La diferencia se encuentra en la forma argumental del hecho. La casualidad podría plantearnos un verdadero acertijo. La causalidad responde a un mera lógica no cuestionable. Podríamos plantearnos cuáles son más bellos, los momentos casuales o los causales. Posiblemente ambos tienen las mismas posibilidades de ser eternamente bellos, dada la inmortalidad de la materialización en el soporte cine.
«La quimera del oro» (1925), de Charles Chaplin, y «Las uvas de la ira» (1940), de John Ford, son dos claros ejemplos en los que se produce la búsqueda hacia el encuentro de elemento material oro y el encuentro de trabajo por sus personajes, respectivamente. Se trataría de causalidad, en la que el efecto es el encuentro y proviene de una causa que es la búsqueda a priori.
Por mera casualidad los Hermanos Marx encuentran un collar de gran valor en «Amor en conserva» (1950), de David Miller, y el personaje de «Amélie» (2001), de Jean-Pierre Jeunet, que encarna Audrey Tautou, encuentra en el baño una pequeña caja cuyo contenido le sorprende.
Mientras, de forma causal, o casual, o prácticamente imposible, salvo en la gran pantalla, en la película de terror tailandesa «Shutter» (2004), de Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom, los personajes encuentran manchas o vapores en las fotografías que realizan, atribuidas supuestamente a espíritus.
En la «Pasión de Juana de Arco» (1928), de Carl Theodor Dreyer, la protagonista María Falconetti, que encarna a la Santa, alcanza el éxtasis, encontrándose con la esencia de la divinidad y dando lugar a momentos realmente magistrales en la historia del cine.
Tráiler de «La pasión de Juana de Arco»
La divinidad también puede ser encontrada por la raza humanoide de «Avatar» (2009), de James Cameron, que se alimentan de ella y la conciben como la madre naturaleza formando un equilibrio y conocimiento exclusivo de estos seres, del que quiere apropiarse el hombre.
En otras ocasiones, el mal o la muerte se encuentran con los personajes como es el caso de «Rapsodia Satánica» (1915), de Nino Oxilia, y en «La carreta fantasma» (The Phantom Carriage) (1921), de Víctor Sjöström, donde lo bello está en contacto directo con su umbral o frontera. Cabe mencionar una cita de Rainer María Rilke que dice: «Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar».
En la vasta filmografía que trata la figura del monstruo de Frankenstein, de la novela «Frankenstein o el moderno Prometeo» de Mary Shelley, nos encontramos con la idea de generar vida tras ese encuentro con la muerte. Así, empezaremos el análisis de las películas seleccionadas con las que quiero abarcar el tema y nos iremos más adelante a un pueblo perdido llamado Hoyuelos en la provincia de Segovia, en donde una vez, se proyectó la película «El Doctor Frankenstein» (1931), de James Whale, acontecimiento que dio lugar a un cuento. (El Espíritu de la Colmena (1973), de Víctor Erice).
Tráiler de «El Espíritu de la Colmena» de Víctor Erice, 1973
Tengo el placer de compartir con vosotros este audiovisual en el que el artista visual Benji Santos Celemín recita el poema «Donde ya no había nada». Poema dedicado a las hadas en el que se comparte todo el conocimiento mágico de este mundo de lo pequeño de forma velada. El poema fue realizado en España durante el año 2018.
Poema «Donde ya no había nada» recitado por el artista visual Benjamin Santos
Hoy, día 22 de Agosto de 2023 tenemos el privilegio de contar con la colaboración del artista visual Bobby Bethancourt Montiel en nuestra entrada. https://bobbybethancourt.com/
Imágenes generadas con Inteligencia Artificial, de la Diosa Yemayá publicadas con la autorización de su autor Bobby Bethancourt Montiel, España, 2023.
Publicamos junto a las imágenes creadas por el artista visual Bobby Bethancourt Montiel su «Canto a Yemayá«:
«Oh, noble Yemayá, madre de las aguas, En tus brazos acogiste a los hijos errantes, Afrodescendientes que cruzaron mares embravecidos, Para alcanzar las tierras del Caribe bendito.»
«Oh, Yemayá, Yemayá diosa de la maternidad divina, Tu sabiduría ancestral, nuestras almas ilumina, En cada travesía, en cada navegación, Tus bendiciones nos cubren, como protección.»
«Yemayá, Yemayá protectora de los afrodescendientes, En tus aguas y bendiciones, somos conscientes, De tu fuerza y poderío, en cada latido, Nos enorgullece ser parte de tu abrigo.»
«Que tu luz siga guiando a los que navegan, Por los mares de la vida, con fe que no se niega, Yemayá, madre amorosa y compasiva, A ti rendimos culto, con gratitud infinita.»
«Que tu protección siga acompañándonos siempre, Y en cada generación, tu legado se sostiene, Yemayá, orisha de la dulzura y la lealtad, Gracias por protegernos, con amor y bondad.»
«Así sea.»
Por último, acompañamos junto a las obras del autor Bobby Bethancourt, varias canciones (como es habitual en las entradas del artista), en esta ocasión de la cantante Malú, a la cual Benji Santos Celemín admira desde siempre y tuvo la oportunidad hace muchos años de coincidir en alguna que otra fiesta privada celebrada en un barrio céntrico de la ciudad de Madrid, a la que el artista estuvo invitado por alguna personalidad de la televisión.
Deseamos que sea de su agrado. ¡Feliz día!
Canción «Me Fui» de Malú
Canción «Me Quedó Grande tu Amor» de Malú
Canción «Te Voy a Olvidar» de Malú con David Bisbal
Que la diosa «Yemayá» nos proteja a nosotros sus hijos, navegantes, errantes, feriantes viajeros del tiempo, hasta el fin de los tiempos y el más allá. ¡Namasté!
El artista Benji Santos Celemín (1980) se disipa en el tiempo y en el espacio.
Una estrella nace en el firmamento. Allí, brillará para siempre.
«Yo tuve que morir un par de veces para aprender a valorar la vida, y cuando hablo de morir no hablo de dejar de existir. Hay situaciones que matan tu espíritu y mueres aunque estés respirando» -Mario Benedetti-
RED/TRATO, constelación de BENJAMIN SANTOS por el poeta Eduardo Scala
«The Pacific» del director estadounidense Steven Spielberg
Retrato Benjamin Santos (1980). By Carlos Elvira, 2023
Retrato de Benji Santos Celemín por la artista norteamericana Marisol Vicente. Año 2003
Hoy celebramos el Día Mundial de la Fotografía, ya que un 19 de Agosto de 1839 la fotografía, (en su momento llamada daguerrotipo por la técnica utilizada), fue presentada como invento en París por Louis Jacques Mandé Daguerre, y además dicho invento fue comprado por el Estado Francés para regalar su uso al mundo.
No debemos olvidarnos de la gran labor del colaborador de Daguerre, e inventor de la heliografía, Joseph Nicéphore Niépce, quien colaboró con Louis Mandé Daguerre durante los años anteriores a la presentación del invento y quien falleció en 1833.
Recordamos por tanto, este hecho histórico en este día, con estas pequeñas pinceladas.
Así mismo, el autor Benji Santos Celemín, ya está programando su próximo viaje y llegada a la ciudad de París, un foco artístico y cultural muy importante durante el siglo XIX, XX y en la actualidad.
Allí, el autor revivirá y celebrará también, el descubrimiento de la fotografía.
En la actualidad, la fotografía junto al vídeo y el cine se han convertido en los medios artísticos más utilizados, y más presentes en la vida de todos los ciudadanos del mundo.
Acompañamos esta breve entrada junto a dos vídeos que esperamos sean de su agrado y que muestran el poder de estos medios para viajar con la imaginación.
Fragmento «La canción de los ancestros» de la película «Vaiana»
Canción «Hay noches que sueño» de Greta y los Garbo
Hoy, dedicamos nuestra entrada a elogiar la labor de la gran artista Alaska (Olvido Gara), a quien el autor Benji Santos Celemín sigue y admira desde su infancia, cuando hacia el año 1985 se emitía en Televisión Española el famoso programa «La Bola de Cristal». Programa que el autor disfrutaba cada día que se emitía, y donde pudo descubrir a la Bruja Avería (en edad temprana, teniendo menos de 10 años), su personaje de ficción favorito. Y también a los electroduendes, seres mágicos, posiblemente hechos de cartón, espuma y plásticos.
Dejemos aquí constancia de estas obras, y de obras artísticas de la gran artista Alaska para su contemplación, verdadero arte en estado puro.
¡Feliz día 11 de Agosto de 2023!. Porque cualquier día es bueno para rememorar estos momentos y celebrar la existencia de artistas tan importantes y que dejan o han dejado tanta huella en la historia de España con la fascinación de su mirada.
La Bruja Avería
Primer programa «La Bola de Cristal». Televisión Española. 1984
Canción «El Rey del Glam» de Alaska y Dinarama
Canción «La Pregunta del Millón» de Fangoria. Edificaciones Paganas, 2022
Canción «Del 1 al 10» de Fangoria. Edificaciones Paganas, 2022