En este momento algunas imágenes del Proyecto VHS ven la luz. El encuentro con el pasado por parte del aprendiz de artista Benjamín Santos Sáez se produce y se revela.
Muchas son las imágenes recuperadas del pasado pero tan sólo una pequeña muestra se podrá contemplar en este audiovisual que presentamos a continuación.
La infancia, el reencuentro con su niñez, sus primeros cuadros con tan sólo 12 años, así como sus primeros audiovisuales y muestra de sus primeros e incipientes movimientos de cámara con 11 años, (1992), se pueden ver en este audiovisual lento y pausado creado para el buen espectador que sepa ver.
Esperamos que el contenido sea de su agrado. Aquí les mostramos el vídeo que ha venido a denominarse: «Mis Primeros Pasos» (en el camino del arte).
El proyecto VHS se gestó como un retorno al pasado del artista Benjamín Santos Sáez, en el que el aprendiz de artista recupera sus primeras imágenes grabadas en el formato VHS con su primera cámara de vídeo doméstico. En las presentes imágenes del audiovisual recuperadas del archivo personal del artista se pueden ver sus primeros cuadros en el año 1992-1993, así como sus primeros movimientos de cámara con tan sólo 11 años. La cámara familiar que utilizaba y le proporcionó su padre era una Panasonic VHS.
Por entonces el aprendiz de artista hacía sus primeros comienzos en el mundo independiente del cine y se iba formando de forma autodidacta en los campos artísticos de la pintura y las diferentes expresiones artísticas.
El presente documento es ahora testimonio del amplio recorrido del artista afincado en España. Próximamente otras y variadas imágenes del mismo Proyecto VHS podrán ver la luz, aunque por el momento permanecerán inéditas.
Este Proyecto se ha ido gestando desde el año 2020 cuando Benjamín Santos empezó a digitalizar y recuperar el material grabado del pasado. Su finalidad volver a sentir la infancia que vivió y revivir los momentos del pasado para rejuvenecer espiritualmente.
El artista nos deleita con estas imágenes para el buen observador que sepa ver.
El aprendiz de artista Benjamín Santos Sáez recuerda cómo durante el año 2002 tuvo la oportunidad de compartir una semana con el gran calígrafo japonés Bokuden Matsuda en la Ciudadela de Pamplona, por aquel entonces en los Festivales de Navarra dedicados a Japón y en los que Benjamín Santos realizaba labores de gestión cultural en dichos festivales. Aún recuerda cómo el artista Bokuden Matsuda concebía sus cuadros e iluminaciones artísticas en grandes pliegos o lienzos de papel o sábanas, así como sus delicadas y reflexivas pinceladas. Bokuden Matsuda regaló a Benjamín Santos por entonces 2 cuadros dedicados por el mismo.
Hoy, el aprendiz de artista Benjamín Santos concibe la experimentación pictórica recordando a esta figura que conoció años atrás y ha querido dar pinceladas emotivas llenas de color en un nuevo cuadro con técnica mixta y collage titulado: «Reconstrucción». España, 2023
La formación pictórica y dibujística del aprendiz de artista Benjamín Santos es básica, a pesar de haber estado siempre en contacto con pintores y dibujantes, que han podido sobrevivir con su pintura o sus enseñanzas. El aprendiz de artista considera sus experiencias pictóricas como autodidactas pues gran parte de su formación ha sido construida y es construida a base del fallo y el error y los conocimientos de la lectura y el saber ver del mundo que le rodea.
Hoy, podemos contemplar esta nueva obra del artista en la que éste plasma toda su emotividad y color en una explosión compositiva que pueden ver ante sus ojos. Lo que en un principio suponía iba a ser un homenaje a Piet Mondrian y a su neoplasticismo ha acabado siendo una asincronía de color irreflexiva por momentos, desconcertante y desordenada. El poder del color se manifiesta en un cuadro de suculento sabor y frescura. El inconsciente del artista va tomando forma y ordena el espacio para componer unas formas musicales en principio dodecafónicas y que han dado lugar a un orden y al título que el aprendiz de artista ha decidido poner a esta nueva obra llamada «Reconstrucción».
Poco a poco Benjamín Santos irá descubriendo los entresijos de la pintura, así como dibujísticos con el deseo de ofrecernos cada vez más pinturas sorprendentes y más elaboradas o más formales o con mayor calidad técnica, a pesar de su audodidactismo y su cercanía al arte naif.
«Reconstrucción» es el título dado a esta obra pues en toda construcción o reforma siempre hay un caos para acabar ordenando lo desordenado. El recuerdo a la figura del gran calígrafo Bokuden Matsuda es por parte del aprendiz con admiración hacia su obra y el orden y la gran técnica de elaboración de los cuadros que en su momento observó en su elaboración y que son propios del gran artista japonés.
El aprendiz de artista, Benjamín Santos Sáez (España, 1980) nos deleita en esta ocasión con 10 Abstracciones creadas con técnica mixta en su estudio, haciendo alusión al número 10, número sagrado pitagórico.
En esta ocasión agradecemos sus respectivas críticas artísticas de la obra de Benjamín Santos a los colaboradores expertos en arte Robert de Pierce y Rosario Llorente Pan.
Abstracción Nº 1
Abstracción Nº 2
Abstracción Nº 3
Abstracción Nº 4
Abstracción Nº 5
Abstracción Nº 6
Abstracción Nº 7
Abstracción Nº 8
Abstracción Nº 9
Abstracción Nº 10
Últimas obras de Benjamín Santos.
Por «Robert de Pierce»:
De rotunda calidez podemos calificar esta serie de creaciones de Benjamín Santos.
Un universo de colores en formas expresivas, que nos evocan geometrías proyectadas y veladas, que nos hablan de dinamismo y color, de un cierto desequilibrio equilibrado, pero encontramos una pauta, una intención que las relaciona y que nos invita a contemplarlas con asombro y satisfacción.
El uso del color y la elección de la técnica, guache y acuarela, es muy a propósito para este tipo de obras y formato.
Sin duda se trasluce una cierta intención simbólica en esos trazos, ora lineales, ora circulares que dinamizan la obra en su conjunto.
En definitiva, es una nueva e interesante percepción de este artista que nos anima a seguirle en su trayectoria artística y vital.
Valladolid, a 3 de Noviembre de 2023
Benjamín Santos. O la emotividad hecha arte.
Por «Rosario Llorente Pan». (Experta en Historia del Arte):
Lo que realmente hace sufrir al que crea, es el proceso. La idea puede acudir con premura y establecerse en tu psique, pero el cómo dar inicio, cómo ejecutarla, y cómo darla por concluida…ahí están las claves.
Todo ello se va cociendo a fuego muy lento, aunque el resultado final sea, como en el caso de Benjamín Santos, unas ráfagas enérgicas y rápidas de gran expresividad. Como el fluir del paso del tiempo. A días, a momentos y a distintas intensidades de color.
Parecen trazos libres, automáticos, que se escapan, que desbordan, sin respeto alguno por el marco que les contiene. Sólo es una apariencia. La sabia composición conoce bien el espacio, sabe lo que no ha de sobrepasar. La geometría es estructura y base compositiva, pero también es música y ritmo, así nos lo hizo saber Wasily Kandinsky, relacionando música y pintura, en composiciones geométricamente abstractas.
En el caso de Benjamín, los trazos cromáticos surgen en círculos, ondulaciones, cuadrículas y zigzagueos, sinuosos, evocando símbolos, incluso miedos del subconsciente. Mientras que el intenso negro marca, da la pauta y con limpia nitidez se impone, intentando así evitar la distracción del exceso, ya sea mediante cuadrados, rectángulos, cruces o simples rayas gruesas que buscan protagonismo; a veces amenazadas por la invasión enérgica de la mancha, por la explosión de color, que fluye, juega y nos transporta en su proceso, al sentimiento de ilusión y esperanza.
Segovia, a 5 de Noviembre de 2023
Audiovisual de la Exposición virtual: «10 Abstracciones» de Benjamín Santos. España, 2023
En esta ocasión (año 2023) y en conmemoración de los 50 años de la realización de la película largometraje «El Espíritu de la Colmena» (1973) del director Víctor Erice, tengo el placer de compartir con todos y todas vosotras el fragmento del libro inédito «Filosofía y cine. En busca de la felicidad» (2014), del autor Benjamín Santos Sáez que contiene el análisis de este memorable film, de especial transcendencia en la cinematografía mundial y del cine español.
A su vez comparto con todos vosotros las 2 partes «El Espíritu de la Colmena 1 y El Espíritu de la Colmena 2» que contienen dicho análisis en forma de audiolibro y las fotografías de las localizaciones realizadas en 2014, 40 años después de la realización de la película aproximadamente. Tomadas en el pueblo de Hoyuelos (Segovia), localización de la película.
Deseo les guste. Un abrazo y un cordial saludo. Gracias.
Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014Localización de la película «El Espíritu de la Colmena» 40 años después. Hoyuelos, 2014
Parte 4. Libro inédito «En busca de la felicidad». Análisis de la película «El Espíritu de la Colmena 1» (1973) del director de Víctor Erice
Parte 5. Libro inédito «En busca de la felicidad». Análisis de la película «El Espíritu de la Colmena 2» (1973) del director de Víctor Erice
Fragmento del libro inédito «Filosofía y cine. En busca de la felicidad» de Benjamín Santos (Celemín) acerca de la película «El Espíritu de la colmena» (1973): (páginas 17-18)
Pero, ¿Qué es lo que hace «intemporal» a esta obra maestra del cine español?.
Quizás las obras maestras no son de ninguna manera intemporales por sí mismas, y por tanto, tampoco lo es de esta manera El Espíritu de la Colmena, pues para que esta película se haya convertido en un hecho materializado en intemporal ha necesitado del apoyo del inconsciente colectivo, sin el cual la obra se vería desprovista del mágico poder de sugestión y significados que le otorgan esta característica. La importancia de esta obra maestra podría estar relacionada con su forma estética, tanto en su argumento y guión definitivo como en su aportación plástica, auditiva y visual. Se trataría de una pintura del tiempo, que ha cometido el delito de introducirse en el interior de toda aquella persona que la ha sabido valorar o tiene conocimiento de ella; de la obra y su contenido. Y para tal cuestión es necesaria la identificación o empatía con sus personajes y con la idea del encuentro a lo largo del film.
La estética poética de El Espíritu de la Colmena, no puede limitarse a aspectos compositivos o formales de la imagen, fotográficos, visuales, o auditivos, etc, elementos que son sumativos al carácter total de la obra, pues la obra debe ser valorada en su conjunto, aunque el conjunto sea la suma de todas sus partes, que no podemos evadir, y en cuyo caso el orden de los factores no afecta a la suma, pero sí el tratamiento y omisión de los factores propios de este lenguaje elíptico que sí afectan al significado, y por tanto también a su estética. De hecho, los significados comunicados e interpretados por el espectador influirán en la percepción y apreciación de la belleza del film.
La componente formal o sintáctica, la destreza en su manipulación artesanal, aporta una cierta semántica, que evoca un resultado pragmático o función social.
La sintáctica de El espíritu de la colmena, responde a ciertos factores casuales y causales que hemos descrito anteriormente, entre los que están implicados el buen hacer y el azar, la supervivencia y el instinto con el objetivo de la realización última del film. El consciente, la razón, y el inconsciente.
La semántica comunicada por la forma, las palabras o diálogos, la Kinesia o los gestos, las acciones, la imagen en sí misma, de los escenarios o localizaciones, de los momentos cinematográficos, del encuentro y sus omisiones, el fuera de campo, la elipsis o el no vacío, conforman una progresiva variedad de interpretaciones tendente al no fin o infinito de posibilidades, sin acotación precisa de significados.
Esta acotación imprecisa de significados es la que de forma pragmática convierte a la obra en intemporal. La belleza de esta imprecisión hace que la estética del film más allá de forma visual y auditiva, no esté definida claramente y que el observador pueda participar en la construcción de estos significados que abordan una vertiente histórica y psicológica de la sociedad y del individuo, y que incluso ideológicamente se comunique sin transmitir un posicionamiento claro. Que se retraten unos hechos y acciones, que a su vez se manifiestan libres y puros, que en su forma hacen que el espectador se sitúe de una forma inconcreta y confusa, incitando a la reflexión crítica y libre. Su forma es incapaz de herir cualquier sensibilidad, pues cualquier acción u hecho reflejo de la cruda realidad es evadido con una comunicación sutil, que suprime lo grotesco y rudo que pudieran mostrar ciertas imágenes si se mostrasen explícitas.
El umbral con lo siniestro está presente. Las lindes están claras, y allí la belleza siempre está presente, pues no se atraviesa esa frontera, salvo en su insinuación. La película nos permite a todos los espectadores volver a ser niños, y evadir cualquier atisbo de tristeza de una realidad no inocente, de crueldad, o ventana a la muerte, para permanecer en un cuento, que es la propia historia del relato fílmico, la concreción o reflejo una sociedad concreta, de la imaginación y el descubrimiento del mundo por parte de una niña, que es o podría ser cada uno de nosotros.
La mirada de Ana, hacia el mundo que le rodea, su vulnerabilidad y autenticidad, fragilidad y pureza de espíritu, aparte de descubrir los artificios creados por un mundo adulto, permanecerá intacta a lo largo de toda la película. Y así también, permanece el sueño de todo observador al conservar la ilusión de la niñez (su niñez perdida) en el transcurso del film, sin despertar al mundo de los adultos, de su realidad, y de cierto estado de conciencia comúnmente aceptado, de la razón, y de la cotidianidad.
Este punto de vista empático hacia Ana, de todo observador, que vivo, evoluciona en el descubrimiento del entorno hasta abandonar la ingenuidad y desconocimiento implícito en la niñez y la juventud, que nuestro personaje aún conserva, es el que hace que esta obra sea intemporal y transcienda al tiempo. De hecho, el espectador regresa de algún modo a su niñez, y a contemplar de manera nostálgica la felicidad de ese estado vivido y abandonado en su pasado y en sus recuerdos. ¿Qué adulto no querría volver a ser un niño?.
Lo natural, lo primario, lo no condicionado por la educación en el contexto social, se enfrenta en esta película al mundo del artificio, de lo creado por la mano del hombre, al mundo de la máquina, a la modernidad, y como hemos dicho anteriormente a la razón. ¿O más bien convención social?. La belleza permanece de hecho, porque El espíritu de la colmena, es un buen trabajo de investigación sobre el umbral de ella misma, y la realidad contemplada nos muestra su esencia, pues las fronteras de lo bello no se atraviesan, sino que permanecen latentes, dejando entrever sus peligros, así como los errores del inconsciente colectivo del ya pasado, o el retrato de la sociedad alcanzada por hechos ya consumados.
En el año 2014, el autor Benji Santos Celemín escribió el libro inédito: «Filosofía y cine. En busca de la Felicidad. Causalidad y casualidad en lo encontrado en el cine. Análisis de la belleza y estética de estos momentos cinematográficos».
El manuscrito que consta de aproximadamente 184 páginas fue registrado en sus derechos de autor con la calificación de favorable por su originalidad (origen del autor). El manuscrito se mantiene inédito aunque fue también calificado con Matrícula de Honor en un postgrado universitario en cine, aunque el autor siempre ha querido mejorarlo. Actualmente este manuscrito se mantendrá inédito así como otros manuscritos con conocimientos del autor. El título fue recomendado revisarlo y cambiarlo como «La búsqueda del fuego» en vez de «En busca de la Felicidad» por autores de obras literarias.
En la contraportada del libro podemos encontrar el siguiente manuscrito:
«En busca de la Felicidad» narra el apasionante viaje de los personajes y su encuentro en el interesante mundo cinematográfico, así como las posibilidades interpretativas del espectador. Se trata de un libro de lectura amena con el que podrás aprender los aspectos básicos del proceso creativo de cualquier audiovisual, indagar en planteamientos de la estética y belleza de diferentes películas y conocer aspectos básicos de la historia del cine.
El texto plantea una introducción de un nuevo modelo de análisis que te ayudará a construir los personajes de tus guiones, de forma que sus acciones y diálogos tengan mayor coherencia en el conjunto de la materialización de tus proyectos cinematográficos.
Hoy, cada vez más, resulta imprescindible saber decodificar los códigos que encontramos en las películas y contenidos audiovisuales que vemos. En este libro encontrarás las claves para poder disfrutar del cine, a la vez que aprendes con las grandes ficciones y realidades del mundo que nos rodea.
En esta ocasión me gustaría compartir con todos vosotros y en favor de la comunidad la introducción original del libro que se describe anteriormente.
Introducción del libro: (Páginas de la 4 a la 8) (Autor: Benjamín Santos Sáez, España. 2014)
¿Quién no ha encontrado algo alguna vez? ¿Quién no se ha reencontrado con alguien que hacía tiempo no veía?. ¿Cuánta ha sido nuestra sorpresa al ser incrédulos ante unos encuentros casuales que han desembocado en una experiencia hermosa?. Y, ¿Cuántas veces anhelamos el encuentro ante la búsqueda de aquello que pensamos nos haría felices?. ¿Cuánto de mágico tiene el momento del encuentro?. Quizás incuantificable y subjetivo, dependiente de la conciencia o interés de cada individuo.
Hace unos días, yo también encontré por casualidad una pequeña figura del personaje de ficción «Batman». La figura estaba tirada en el suelo al borde de la acera, apenas se distinguía de qué se trataba, pues estaba anocheciendo, pero me acerqué y observé con detalle, pues a lo lejos parecía un trozo de plástico indefinido, y concreté que se trataba de una figura comercial de este personaje famoso en el cómic y en el cine. Recordé los diferentes fragmentos que quedan en mi memoria de las películas de Batman y que en su regreso al cine había encarnado a un personaje más frágil, y más humanizado alejado de la idea de la inmortalidad. Sus brazos estaban rotos. Y reflexioné acerca de cómo se recogen las cosas encontradas.
A partir de ese momento tenía claro que mi trabajo versaría acerca del hecho del encuentro y dejé que la casualidad fuera construyendo, enlazada al hecho de que llevaba días buscando ideas y temas a tratar sin estar plenamente convencido de dedicar mi estudio a ninguno de ellos. Buscaba pero no encontraba.
Después de muchas dilucidaciones llegué a una conclusión llena de motivación para mi, y es que las películas, así como otros documentos audiovisuales están llenos de momentos de encuentros, encuentros a veces causales y otros fruto de la mera casualidad. Encuentros a veces nostálgicos, a veces importantes y capaces de cambiar un destino, a veces desapercibidos y desaprovechados, capaces de convencernos o de cambiar nuestra forma de pensar. Otras veces encuentros improbables y totalmente inesperados. Reencuentros. («Un carnet de bal» (1937), de Julien Duvivier), («Mi noche con Maud» (1969), de Eric Rohmer). En las menos ocasiones desencuentros. Encuentros que de una forma u otra dependen de quiénes los vivan y sus circunstancias, y la capacidad de valorarlos, para hacer que ese hecho tome la importancia debida. Encuentros que nunca llegan.
Podríamos plantearnos infinitas posibilidades de encuentros, encuentros con objetos, con elementos, con ideas, con personas, con animales, con hechos…, descubrimientos, encuentros con el pasado («Ciudadano Kane» (1941), de Orson Welles), o con el presente y futuro, encuentros con la dura realidad, o con la increíble ficción.
Es en el cine donde la magia del encuentro se puede multiplicar de forma progresiva, pues la capacidad de encontrar es tan abstracta que podríamos traspasar las fronteras de la realidad encontrándonos con seres de otros mundos; («La guerra de los mundos» (1953), de Byron Haskin), de realidades paralelas e incluso con nosotros mismos, donde la imaginación y la capacidad de soñar y el arte de ensoñar podría acrecentar aún más las posibilidades de estos encuentros por estudiar.
La imagen del encuentro podría tener una plasticidad única y sublime en el intrincado lenguaje audiovisual. Cada director o artista se enfrenta a dominar el lenguaje de la representación con el objeto de comunicar a través de la sencillez o su antagonista grandiosidad («Lola Montes», (1955), de Max Ophüls). Figuras contradictorias en el grandioso universo del destino, pues a veces las pequeñas cosas podrían tener latente un universo enriquecedor que depende de los ojos de quien sepa ver. Sin dejar de lado el color gris intermedio del que no podemos prescindir.
El proceso de producción de una película implica que el lenguaje de su representación plástica no dependa de una sola persona, sino que todos sabemos que detrás de una película por modesta que sea se esconde un gran esfuerzo y la colaboración de múltiples personas provenientes de varias disciplinas artísticas y la aplicación de profundos conocimientos y actualización tecnológica.
Cada momento de la película debe estar minuciosamente medido («El Verdugo» (1963), de Luis García Berlanga), para que el espectador de todo tipo quede atraído por este, aunque son muchas las soluciones plásticas y de forma que se pueden dar a un mismo guión literario en caso de que este exista. Dentro del campo de la investigación plástica, en el género documental y cada vez más en el género de ficción se da pie a la improvisación ciñéndonos únicamente a un argumento o ideas iniciales, respetando una estructura que podría ser variada en el proceso de montaje (ciertas producciones del director portugués Pedro Costa y otros autores singulares o incluso desconocidos) . Cuestión que todos sabemos se aleja al proceso de producción de un producto perteneciente al arquetipo de género como herramienta para el éxito de las producciones cinematográficas de lo llamado industria. («La fiera de mi niña» (1938), de Howard Hawks).
El tiempo cinematográfico es medido por la percepción del artista, y las decisiones técnicas responden a gustos, de hecho nada está escrito hoy en el cine y son muchos los ejemplos de corrientes o movimientos que han dejado huella en la historia del cine creciente, y líquida tal como se entiende hoy en día por autores y estudiosos como Joan Fontcuberta i Villá, de los cuales extrapolo conceptos de la fotografía evanescente.
El truco depende del autor o autores, y de su habilidad para no desvelar el gran secreto de la mentira que es cualquier imagen, pues desde su concepción en el mero registro es una selección de la realidad que observamos.
Las medidas al igual que un costurero toma las medidas a su modelo, deben ser bien tomadas para que sienten bien, de tal manera que cualquier mujer u hombre se sienta cómodo vistiendo la prenda en cuestión. Así cada autor tendrá siempre sus admiradores, que estarán gustosos de ver sus próximas producciones.
Son esos momentos, los del encuentro, los que consideramos, deben tener aún más, una sensibilidad especial en su concepción, atendiendo a dos direcciones esenciales, la de los ojos que miran (público u espectador), y la del personaje que está dentro de la historia. Con respecto al observador deberíamos destacar:
1) El encuentro inicial del espectador con los protagonistas del relato, que puede marcar que este entienda y empatice con el personaje desde un primer momento, y que otras vayamos descubriendo y conociendo a los personajes en el transcurso de la narración fílmica y nos situemos empáticamente ante él. 2) El encuentro con cuestiones narrativas esenciales del guión final que nos sorprenden y nos desvelan parte de la trama que vamos descubriendo. 3) El encuentro con la resolución final del relato fílmico, que puede incitar o no a la reflexión dependiendo de diversas variables del espectador y de lo acontecido. 4) El encuentro con la/s solución/es plásticas diversas materializadas en el transcurso de la línea de tiempo. ( Secuencias oníricas de la película «Recuerda» (Spellbound, 1945), de Alfred Hitchcock).
Y con respecto al personaje de la película (en caso de que exista): 1) El encuentro con lo sucedido en el transcurso de la narración fílmica. 2) El encuentro con objetos o elementos de diverso tipo. 3) El encuentro con otros personajes o animales. 4) El encuentro del personaje consigo mismo.
La idea del encuentro está presente en todas las películas, pues hasta en el film más inverosímil y artístico, como pueden ser las imágenes o piezas de autores como Norman McLaren (Spheres, 1969), o Viking Eggeling (Shimphonie Diagonal, 1924), nos remiten al encuentro con una solución plástica que nos evoca unas sensaciones y sentimientos.
Spheres de Norman McLaren, 1969
Ante todos los encuentros que presenciamos, dirigidos en las dos líneas de análisis, podemos percibir la causalidad y en su defecto la casualidad, o quizás una mezcolanza de los dos conceptos.
Como contemplamos, son cientos los ejemplos posibles, y nos planteamos si es posible la historia en el que el personaje no tenga contacto con la idea del encuentro o permanezca distante de ella.
En la película «En busca del Fuego» (1981), de Jean Jacques Annaud, los personajes, humanos primitivos del Paleolítico Superior, encuentran constantemente cosas, como palos o piedras, o elementos, que les sirven para defenderse o como ayuda para conseguir alimento. El descubrimiento del fuego durante el film es un hecho esencial que da nombre al mismo, y despierta en estos seres el instinto de protección ante lo desconocido, suscitando a su vez curiosidad ante el encuentro, contemplación ante su belleza, su fuerza, su color, y peligrosidad de la que poco a poco estos hombres van siendo conscientes.
El argumento de «El Chico» (1921), de Charles Chaplin ronda acerca de la idea principal de que Charlot encuentra a un niño abandonado en una cesta con una nota de su madre. Similar anécdota podemos contemplar en la película japonesa de animación «Tokio Godfathers» (2003), de Satoshi Kon, en la que tres vagabundos, entre los que están una fugitiva, un alcohólico y una transexual y antigua drag queen, encuentran a un niño abandonado, siendo esta idea materializada de diferente forma plástica, la que da vida y sobre la que se circunscribe el relato.
En «El Crepúsculo de los Dioses» (1950) de Billy Wilder, un guionista se refugia casualmente en una mansión, propiedad de la olvidada actriz Norma Desmond, lo que desenvuelve una serie de acontecimientos que hacen el intento de que esta intente reavivar su pasado como estrella de la pantalla.
Tráiler de «El Crespúsculo de los Dioses»
Podemos encontrarnos con encuentros más cercanos geográficamente como el de «Un Millón en la Basura» (1967), de José María Forqué, en el que Pepe, un humilde barrendero y padre de familia encuentra un maletín que contiene en su interior un millón de pesetas. Argumento que despierta en el espectador la empatía con los personajes que se cuestionan toda una reflexión ética acerca de devolver ese dinero a las autoridades para encontrar a su dueño, o quedarse con él para poder sobrevivir a las penurias económicas.
También, en la comedia más conocida de la actriz Lina Morgan, «La Tonta del Bote» (1970), de Juan de Orduña, la protagonista Susana, busca, encuentra, y recoge colillas del suelo, para guardarlas en una lata y así ayudar a su amigo ciego.
Momento musical de la película «La tonta del bote» con Lina Morgan
Momentos enternecedores que forman parte del inconsciente colectivo, y que son un momento curioso y bello de la película, que incita a la reflexión, da a conocer características del personaje y su psicología, y supone una variable característica destacada en la banda sonora del film, obra de Alfonso Sáinz. El recuerdo de este hecho permanece en el recuerdo del espectador pasado el tiempo.
En «Arrebato» (1980), de Iván Zulueta, José recibe un misterioso paquete. «El ladrón de bicicletas» (1948), de Vittorio de Sica, es otro claro ejemplo. En este caso, el objeto «del deseo» (bicicleta), es encontrado por el ladrón apoyado en un muro, quien observa sigilosamente hasta que encuentra el momento idóneo de arramplar con él. Al mismo tiempo, su dueño trabaja pegando carteles justo al lado, percatándose y no pudiendo alcanzar al artífice del robo. Como hemos comentado, son muchas las películas que podrían ser objeto de estudio en el encuentro causal o casual. Ambos momentos pueden contener sublime belleza. La diferencia se encuentra en la forma argumental del hecho. La casualidad podría plantearnos un verdadero acertijo. La causalidad responde a un mera lógica no cuestionable. Podríamos plantearnos cuáles son más bellos, los momentos casuales o los causales. Posiblemente ambos tienen las mismas posibilidades de ser eternamente bellos, dada la inmortalidad de la materialización en el soporte cine.
«La quimera del oro» (1925), de Charles Chaplin, y «Las uvas de la ira» (1940), de John Ford, son dos claros ejemplos en los que se produce la búsqueda hacia el encuentro de elemento material oro y el encuentro de trabajo por sus personajes, respectivamente. Se trataría de causalidad, en la que el efecto es el encuentro y proviene de una causa que es la búsqueda a priori.
Por mera casualidad los Hermanos Marx encuentran un collar de gran valor en «Amor en conserva» (1950), de David Miller, y el personaje de «Amélie» (2001), de Jean-Pierre Jeunet, que encarna Audrey Tautou, encuentra en el baño una pequeña caja cuyo contenido le sorprende.
Mientras, de forma causal, o casual, o prácticamente imposible, salvo en la gran pantalla, en la película de terror tailandesa «Shutter» (2004), de Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom, los personajes encuentran manchas o vapores en las fotografías que realizan, atribuidas supuestamente a espíritus.
En la «Pasión de Juana de Arco» (1928), de Carl Theodor Dreyer, la protagonista María Falconetti, que encarna a la Santa, alcanza el éxtasis, encontrándose con la esencia de la divinidad y dando lugar a momentos realmente magistrales en la historia del cine.
Tráiler de «La pasión de Juana de Arco»
La divinidad también puede ser encontrada por la raza humanoide de «Avatar» (2009), de James Cameron, que se alimentan de ella y la conciben como la madre naturaleza formando un equilibrio y conocimiento exclusivo de estos seres, del que quiere apropiarse el hombre.
En otras ocasiones, el mal o la muerte se encuentran con los personajes como es el caso de «Rapsodia Satánica» (1915), de Nino Oxilia, y en «La carreta fantasma» (The Phantom Carriage) (1921), de Víctor Sjöström, donde lo bello está en contacto directo con su umbral o frontera. Cabe mencionar una cita de Rainer María Rilke que dice: «Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar».
En la vasta filmografía que trata la figura del monstruo de Frankenstein, de la novela «Frankenstein o el moderno Prometeo» de Mary Shelley, nos encontramos con la idea de generar vida tras ese encuentro con la muerte. Así, empezaremos el análisis de las películas seleccionadas con las que quiero abarcar el tema y nos iremos más adelante a un pueblo perdido llamado Hoyuelos en la provincia de Segovia, en donde una vez, se proyectó la película «El Doctor Frankenstein» (1931), de James Whale, acontecimiento que dio lugar a un cuento. (El Espíritu de la Colmena (1973), de Víctor Erice).
Tráiler de «El Espíritu de la Colmena» de Víctor Erice, 1973
Hoy celebramos el Día Mundial de la Fotografía, ya que un 19 de Agosto de 1839 la fotografía, (en su momento llamada daguerrotipo por la técnica utilizada), fue presentada como invento en París por Louis Jacques Mandé Daguerre, y además dicho invento fue comprado por el Estado Francés para regalar su uso al mundo.
No debemos olvidarnos de la gran labor del colaborador de Daguerre, e inventor de la heliografía, Joseph Nicéphore Niépce, quien colaboró con Louis Mandé Daguerre durante los años anteriores a la presentación del invento y quien falleció en 1833.
Recordamos por tanto, este hecho histórico en este día, con estas pequeñas pinceladas.
Así mismo, el autor Benji Santos Celemín, ya está programando su próximo viaje y llegada a la ciudad de París, un foco artístico y cultural muy importante durante el siglo XIX, XX y en la actualidad.
Allí, el autor revivirá y celebrará también, el descubrimiento de la fotografía.
En la actualidad, la fotografía junto al vídeo y el cine se han convertido en los medios artísticos más utilizados, y más presentes en la vida de todos los ciudadanos del mundo.
Acompañamos esta breve entrada junto a dos vídeos que esperamos sean de su agrado y que muestran el poder de estos medios para viajar con la imaginación.
Fragmento «La canción de los ancestros» de la película «Vaiana»
Canción «Hay noches que sueño» de Greta y los Garbo
Agradecido de comunicaros que la obra videocuento «El Mundo Mágico de Pequeño Universo» ha sido seleccionada para participar en concurso y proyectarse en Colombia en el XIII Festival del cine: Infancia y Adolescencia 2022, que tendrá lugar en Septiembre en la ciudad de Bogotá. El festival se celebrará de forma presencial y virtual del 5 al 10 de Septiembre. Un cordial saludo y gracias a todos. http://www.fcicbogota.com
Cartel del Videocuento «El mundo mágico de Pequeño Universo»
El artista Benji Santos ha visionado y transferido mucho material VHS del pasado además de fotos del mismo. El proyecto VHS está congelado. Es mucho el material recopilado y rescatado del pasado, aún sin un destino claro. Vídeos de su antigua cámara VHS marca Panasonic compuestos con música y un claro manejo de la cámara inexperta pero que ya apuntaba maneras. Entre el material encontrado alguna fotografía titulada «Esos ojos negros». La mirada y juventud del artista queda clara en la imagen con tan solo 23 años. Una imagen nostálgica de Benji Santos. Y mientras, el artista actualmente envejece de la mejor forma posible combatiendo con los avatares del destino. En su día una amiga que en paz descanse advirtió a Benji Santos que no permitiera que nadie quitase ese brillo que tenía en sus ojos. Ojos llenos de bondad, alegría e ilusión, con muchos sueños por cumplir. Quizás el destino haya quitado ese brillo durante un tiempo pues la vida da golpes a veces injustos. La vida es dura e injusta a veces. Agradezco a mi amiga Paloma la que me quería con el alma de advertirme en su momento, quizás la ingenuidad del artista no le dejó ver más allá de las apariencias. Pero poco a poco el brillo en esos ojos negros va apareciendo de nuevo. El dolor transformado en energía. Nuevas ilusiones y nuevos retos. Gracias a aquellos que han sabido conocerme y me han querido y dado fuerzas cada día. A aquellos que habéis creído en mí. A aquellas personas que habéis estado en los momentos más importantes de mi vida, a su vez lo más difíciles pero que solo son un transcurso de la vida que pasa tan deprisa. Y gracias a aquellas personas que me hacéis la vida tan feliz en muchos momentos. Mientras, nuevos proyectos se llevan a cabo como la historia autobiográfica del videocuento «El mundo maravilloso de Pequeño Universo». Otros proyectos verán la luz más adelante. Por el momento el proyecto VHS se va gestando pero todo requiere paciencia, esfuerzo y un tiempo determinado. Aquí os dejo los ojos negros cuyo brillo aún permanece a pesar de los años. Gracias amiga Paloma allá donde estés. Siempre te querré.
Retrato del artista Benjamín Santos Sáez con 23 años
VideoclipCartel del videocuento autobiográfico «El mundo mágico de Pequeño Universo» de Benjamín Santos Sáez. 2022
Videoclip «Puedes Llegar». Gloria Estefan y Carlos Rivera
Descripción del sueño e ilusión de la imaginación en la mente:
Íbamos en un gran barco blanco o transparente como el cristal, todo era divertido y jovial como en una fiesta. Había mucha gente divertida alrededor de nosotros y todo resultaba agradable.
Dalí estaba pintando el mar y a una ballena en el agua que estaba tragándose un dinosaurio. Las olas encrespadas empezaron a golpear el barco y empezábamos a ir todos de lado a lado.
La música sonaba cada vez más fuerte, la gente chillaba y estaba alborotándose y corriendo que no sabían dónde meterse. Buñuel intentó rasgarme un ojo con una cuchilla de afeitar y yo le retiré el brazo bruscamente y salí corriendo hacia el otro lado del barco como pude.
Una hormiga gigante apareció agitada mientras Buñuel corría trás mí angustiado yo. La hormiga se comía los trozos del mástil y parte del barco, cogió a varios asistentes y a Buñuel y los tiró por la borda con su gran boca pero no los despedazó como hizo con los trozos del barco.
Salvador Dalí tenía los bigotes de punta y se quedó pasmado y estupefacto. Sus ojos empezaron a despedir rayos láser de color verde.
Mientras, las olas inundaban el barco y así como sucedió con el Titánic el barco se entregaba al mar hundiéndose y empezamos a nadar y a tragar agua y más agua.
Bebía y bebía agua hasta hundirme en el fondo marino, De repente noté dos branquias en mi cara y me convertí en un pez dorado. Nadaba de forma muy ágil por el fondo del mar.
La ballena que se comió al dinosaurio estaba muy gorda y nadaba alrededor mía con aires de felicidad. Y un pez con unos grandes bigotes y encrespados me acompañaba. Quedé tranquilo y en paz.