Durante decenas de días y largas noches del año 2016 me dediqué a pintar y repintar, tanto cuadros como marcos, cuestión que no practicaba desde hacía años. Pintaba sobre lo pintado por no estar conforme. Desesperadamente quería expresarme, y por fin logré una decena de cuadros y una treintena de marcos reutilizados y restaurados, rescatados de los mercados de segunda mano, cuyo resultado estético no me decepcionó. Pero quizás una de las cosas que más llamó mi atención fueron los restos de pintura que quedaban tanto en los papeles que utilizaba para resguardar el suelo y para no manchar, como en los plásticos que utilizaba como paleta. Aquel entrenamiento pictórico fue realmente motivador, porque dispuse de tiempo y espacio para poder desarrollarme artísticamente. Una de las cuestiones que dilucidé fue que pintar ni dibujar no era realmente lo mío, por considerarlo realmente difícil y no poseer paciencia. Pero los resultados de esta actividad rápida y a su vez controlada en los lugares en que realmente no pinté sino que dejé mi huella o rastro, me gustaron y me parecieron muy interesantes.
Posteriormente con paciencia logré resultados más formales académicamente. Incluso hace años los logré. Actualmente no he tenido la paciencia ni dedicación adecuada para mostrarme durante largo tiempo sobre una pintura o un cuadro o ejercicio dibujístico. Ojalá algún día consiga esa paciencia para generar representaciones más icónicas o técnicamente correctas.
PINTURAS PINTURAS PINTURAS PINTURAS PINTURAS PINTURAS PINTURAS PINTURAS